Vivimos en una sociedad obsesionada con el físico. Las redes sociales, el cine, la publicidad, todos nos recuerda la importancia de tener un aspecto «perfecto»: sin acné, sin celulitis, sin estrías, sin ojeras…
Fotografías previamente editadas en las que ni los propios protagonistas se reconocen, y por supuesto, a semejarse a unos filtros que distorsionan nuestra apariencia haciendo que después sea imposible mirarnos en el espejo.
¿A quién no le gusta gustar?
¿A quién no le gusta que le piropeen?
Los piropos son parte de nuestra comunicación, el problema viene cuando la forma de hacerlo no es la correcta o cuando lo hacen desconocidos.
IDEAS DE PIROPOS BONITOS:
Aprende a mirar con el corazón
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